LAS PUERTAS DEL INFIERNO
Pasaban apenas las doce de la noche cuando un estruendo cimbró el lecho donde descansaban los cinco miembros de aquella familia, pero no se inmutaron, estaban muy acostumbrados a los desmanes del viento que noche tras noche azotaba su hogar, causando una ola de extraños e interminables sonidos. No se movieron aun cuando puertas y ventanas comenzaron a golpearse fuertemente contra los muros, dando paso a un silbido frio que calaba hasta los huesos. Poco les inquietó también el crujir de paredes y techos, los cuales anunciaban un terrible acontecimiento, de tal magnitud, que hasta una construcción inanimada como una casa pudo sentirlo y empezó a temblar . Era el miedo en si inundando el ambiente… El edificio trató de advertirles, despedía polvo y tronaba como si quisiera desprender sus cimientos e irse lejos. Pero, sus esfuerzos eran inútiles, la familia seguía durmiendo despreocupadamente, ignorando por completo el olor a azufre que emanaba de todos lados. ...